una deuda pendiente con nuestras futuras generaciones / CRHoy.com / Noticias 24/7 / Periódico Digital

En el marco del Día Internacional de la Educación, Costa Rica enfrenta una realidad preocupante que refleja un retroceso histórico en uno de los pilares fundamentales de nuestra sociedad: la educación.   Nos llama a reflexionar profundamente sobre las consecuencias de las decisiones políticas y presupuestarias actuales.

Uno de los puntos más críticos es la condición de los centros educativos. Según los datos, 849 escuelas y colegios tienen órdenes sanitarias, y 107 están clausurados por órdenes de cierre. Esto significa que miles de niños y jóvenes están viendo comprometido su derecho a recibir una educación en condiciones dignas. ¿Cómo pretendemos formar ciudadanos del mañana si ni siquiera podemos garantizarles espacios seguros y funcionales hoy?

Por otro lado, el presupuesto destinado a la educación ha caído al 4.9% del PIB, el nivel más bajo en la historia reciente del país. Este hecho contradice los ideales de una nación que alguna vez fue ejemplo de inversión en educación como motor de desarrollo. Menos recursos significan menos oportunidades, menos acceso a herramientas educativas modernas y, sobre todo, menos posibilidades para las generaciones más vulnerables.

El impacto de esta disminución ya es evidente en áreas clave. La cobertura de informática educativa ha caído drásticamente del 92% al 30%, un retroceso inaceptable en una era donde las competencias tecnológicas son esenciales para la inserción en el mercado laboral. Además, el recorte del 40% en las becas Avancemos, un programa que ha sido vital para evitar la deserción escolar, amenaza con dejar a miles de estudiantes fuera del sistema educativo.

Por último, pero no menos importante, la eliminación de los programas de Afectividad y Sexualidad representa un golpe al desarrollo integral de los estudiantes. Estos programas no solo abordan temas esenciales para el bienestar emocional y social de los jóvenes, sino que también son fundamentales para prevenir problemáticas como el acoso, el abuso y los embarazos adolescentes.

Como madre, profesional y ciudadana preocupada, me pregunto: ¿en qué momento dejamos de priorizar lo más importante? La educación no es solo un derecho humano básico; es el motor del progreso, la herramienta más poderosa para combatir la pobreza y la desigualdad. Si permitimos que esta crisis persista y la brecha aumente;   las consecuencias serán devastadoras, no solo para los niños y jóvenes de hoy, sino para el futuro de todo el país.

Es momento de alzar la voz y exigir que la educación recupere su lugar como prioridad nacional. Debemos demandar políticas públicas responsables, un presupuesto adecuado y un compromiso firme de nuestras autoridades. Costa Rica ha sido históricamente un país que apuesta por la educación como base de su desarrollo. No podemos permitir que esa visión se pierda.

El futuro de nuestros hijos está en juego, y con ello, el futuro de nuestro país.
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Agencia

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